Orar, es una acto simple de expresar, pedir, suplicar, implorar, invocar, agradecer. Es tomar plena conciencia de lo que vives, para reflexionar, evaluar e incluso tomar decisiones importantes y trascendentes para tu presente y para tu futuro.
Cuando nos disponemos a orar entramos en un espacio muy personal y privado para darnos la oportunidad de escucharnos a nosotros mismos, conocer lo que estamos sintiendo en ese momento y que eventos o situaciones en nuestras vidas están afectando o influyendo en nuestras decisiones.
Y en cada una de esas acciones solo estás presentes tú, con tus pensamientos, emociones, deseos y la necesidad de establecer una comunicación cercana, una relación personal de proximidad con el otro, con aquel que escucha tu oración.
La oración puede ser dirigida hacia una deidad, espíritu o persona fallecida, con el propósito de rendir culto, solicitar orientación, asistencia o la confesión de culpas, expresión de pensamientos y emociones. La oración, está presente en nuestras vidas como un ejercicio diario de comunicación y aunque la asociamos a una forma de práctica religiosa o ritual religioso, lo cierto es que es un acto intrínseco y perteneciente al hombre y a esa necesidad de “ordenar” su vida, y eso pasa por un proceso natural de comunicación consigo mismo en primer lugar, para dar prioridad a lo que es realmente importante y descartar todo aquello que sobra y que pesa.
Como lo afirma Lorna Byrne, nada es demasiado trivial o demasiado grande para orar por ello, solo basta un impulso, un deseo espontáneo, natural e incontrolable para Orar.
Cuando oramos, podemos hacerlo a través de la declaración de un credo, a través de una canción y también con palabras que nacen del deseo personal del orante; esa intención que lo impulsa a orar. Las personas oran por diversas razones, unos para beneficio personal, pidiendo la gracia divina y también suplicando por el bien de los demás. Esos motivos, cada uno de los por qué y para qué determinan las diferentes formas de oración: oración de petición, oración de súplica; de acción de gracias y alabanzas.
La oración es en definitiva una forma de centrar el corazón y la atención en lo que es realmente importante. Es una forma de recordar que la verdadera fuente de la alegría se encuentra en las relaciones humanas.
Así que cada vez que decidas orar, regálate un espacio de paz y tranquilidad, calma tu corazón y busca dentro de él tus deseos; pide todo cuanto anhelas y también, aún más importante, agradece cada una de las cosas que recibes.