En nuestros artículos anteriores hemos tratado de establecer la relación entre los conceptos de prosperidad, felicidad, riqueza y dinero. Hemos determinado que la prosperidad es un estado de bienestar que incluye la riqueza material (el dinero) pero además está conformada por otros factores de igual importancia, tales como la salud, el éxito, la calidad de vida, el amor, la familia, el optimismo y la felicidad. Este estado de bienestar es generado por nuestras propias acciones y por la actitud que tengamos para enfrentarnos a los desafíos de la vida.
Aunque con regularidad asociamos las palabras riqueza y prosperidad con la cantidad de dinero que una persona ostenta, es importante tener claro que la riqueza se refiere solo a tener abundancia de bienes materiales y dinero. La riqueza es un tipo de prosperidad pero no es la única.
La felicidad, por su parte, es esa emoción que se produce en cada uno de nosotros cuando alcanzamos una meta deseada, una emoción conectada con la satisfacción y la alegría. La felicidad, la verdadera, viene de adentro. Viene de nosotros. De nuestras creencias, de nuestras experiencias y relaciones. No tiene sentido buscar la felicidad fuera de nosotros, porque nuestra felicidad no puede depender de factores externos. Además, es un proceso continuo. Ser felices es llevar nuestra vida en armonía y en paz con nosotros mismos, balanceando los momentos positivos con los negativos.
Nuestras creencias son la única barrera para encontrar la felicidad. Para ello, debemos saber cuáles son las cosas que nos importan que le dan sentido y significado a nuestra vida.
El dinero no compra la felicidad ni una vida sin preocupaciones. El dinero es solo un medio ¿Para cuáles fines? Eso lo decides tú.
Puedes usarlo para ayudarte y ayudar a los demás, o puedes usarlo para separarte de los demás simplemente juzgando quién lo tiene y quién no. Utilízalo, pero no dejes que te utilice.
Cuando sepas lo que significa el dinero para ti, descubrirás tu verdadera relación con él.